Lionel Messi es mundialmente reconocido como el mejor futbolista del planeta y firme opositor a ser coronado, en el ocaso de su carrera, como mejor jugador de todos los tiempos.

Para la posteridad quedan ya sus 80 goles en una temporada, sus regates imposibles, sus pases de ensueño creando huecos inexistentes, su magia sobre el césped.

Sin embargo, no es eso lo que diferencia a Leo Messi del resto. Existen muchos jugadores capaces de realizar jugadas de ensueño, soltar trallazos endiablados o levantar al público de su asiento con un gol de escándalo; pero pocos, o ninguno, pueden presumir de la mejor cualidad de Leo: el honor.

El honor que le impide dejarse caer cuando le asestan una de las innumerables patadas que recibe a lo largo de un partido. Ese honor que, de no tenerlo, significaría una cantidad de penaltis ingente al astro argentino a lo largo de cualquier temporada, penaltis claros, sin tapujos, pero que no son señalados por el mero hecho de que Leo NUNCA va al suelo, a no ser que la virulencia de la entrada sea tal que lo derribe sin darle opción alguna y, aún así, el trata de levantarse al instante para reencontrarse con su mejor amiga, la pelota.

Para los más incrédulos y que sigan argumentando que Leo Messi es, lo que se conoce en el argot futbolístico como un "piscinero", les traigo este vídeo que demuestra todo lo contrario. Casi 7 minutos de faltas a Leo, esquivadas por la Pulga una y otra vez, levantándose siempre sin una palabra de reproche hacia el infractor.

Mirad atentamente este vídeo porque es esto, y no sus 80 goles, lo que le eleva a la categoría de mejor jugador del planeta. De verdad que faltan futbolistas como él, enamorados del fútbol que juegan por y para divertirse, cuya verdadera realidad solo transcurre durante los 90 minutos que dura la contienda sobre el césped.